Hace un par de semanas te hablábamos de un proyecto medioambiental muy interesante en el que podías participar junto con tu clase. Se trataba de reducir las emisiones de CO2 de tu instituto.
¿Para qué? Pues para evitar que el planeta siga recalentándose con tantos gases nocivos como recibe. Está claro que un grano no hace granero pero, como dice el refrán, ayuda al compañero.
Lo del cambio climático es un hecho demostrado. ¿Quién tiene la culpa? El ser humano, que algo tiene que hacer para evitarlo porque si no acabará con la vida en el planeta Tierra.
Por eso hay reuniones internacionales, como la Cumbre de Kyoto o la más reciente de Johanesburgo, que ponen sobre el tapete este problema y dicen a los países que se lo tomen en serio. Claro que siempre hay intereses (la mayoría de las veces económicos) que frenan estas buenas intenciones.
¿Y por qué cambia el clima? Está claro que el sol calienta nuestro planeta, pero no todo este calor nos llega a nosotros porque si no nos achicharraríamos. Hay algo que retiene parte de esta energía del sol.
¿Qué es? Pues unas sustancias como el vapor de agua y el dióxido de carbono (los populares gases con efecto invernadero) que absorben parte de esta gran energía solar. Esta retención hace que la temperatura sea más alta.
Podría decirse, para simplificar, que la energía que llega a la Tierra se devuelve lentamente, por lo que se mantiene más tiempo junto a la superficie y así la temperatura es más alta. Si no sucediera esto habría de media -18ºC y de esta forma hay 15ºC.
El efecto invernadero no es malo, es un fenómeno atmosférico natural que permite mantener la temperatura del planeta porque retiene parte de la energía del sol. El problema surge cuando aumenta el dióxido de carbono y otros gases nocivos, lo queprovoca un desajuste de este fenómeno y un aumento de la temperatura global.
A comienzos del siglo XX, la concentración de gases con efecto invernadero, como el anhídrico carbónico, subió porque se quemaban grandes masas vegetales para que hubiera más tierras de cultivo. En los últimos decenios ha subido porque se han usado sin control combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas natural.
Si hace más calor los inmensos hielos polares se derriten y los océanos aumentan su volumen de agua. Hay cálculos que aseguran que el incremento será de hasta un metro para el 2050. Semejante subida acabaría con muchas costas e inundaría parte de las tierras fértiles de países que las necesitan para la agricultura, como Egipto.
Las consecuencias de que el clima cambie, aunque sólo sea unos grados, son tremendas e injustas. ¿Por qué? Pues porque habría más sequías en el interior de los continentes, precisamente en las zonas que más las sufren hoy en día, como el norte de África.
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