jueves, 17 de marzo de 2011

Gases de efecto invernadero.

  • Es prácticamente seguro que las emisiones de CO2 debidas a la quema de combustible de origen fósil constituirán la influencia dominante en las tendencias de concentración atmosférica de CO2 durante el siglo XXI.
  • Al aumentar las concentraciones de CO2 en la atmósfera , tierras y océanos absorberán una parte cada vez menor de las emisiones antropógenas de CO2. El efecto neto de las retroacciones climáticas de tierras y océanos, según indican los modelos, es aumentar más las concentraciones atmosféricas de CO2 previstas al disminuir la absorción de CO2.
   Hacia 2100, los modelos del ciclo del carbono prevén   
   concentraciones atmosféricas de CO2 de 540 a 970
   ppm para los Escenarios ilustrativos del IE-EE (de 90 a
   250 % por encima de las concentración de 280 ppm del
   año 1750), Figura 5b. Estas proyecciones comprenden
   las retroacciones climáticas de tierras y océanos.
 
   Las incertidumbres incluyen, especialmente las
   relativas a la magnitud de la retroacción climática
   desde la biosfera terrestre, producen una variación
   entre -10 y +30 % en cada escenario. El intervalo total 
   se sitúa entre 490 y 1.260 ppm (entre 75 y 350 % por encima de la concentración de 1750). 
  • Los cambios en el uso de la tierra influyen en la concentración atmosférica del CO2. Hipotéticamente, si todo el carbono emitido por los cambios de uso de la tierra que se han producido a lo largo de la historia pudiera devolverse a la biosfera terrestre durante el siglo (por ejemplo, mediante la reforestación), la concentración de CO2 disminuiría entre 40 y 70 ppm.
Los cálculos por modelo de las concentraciones de GEI distintos al CO2 en el año 2100 varían considerablemente a lo largo de los escenarios ilustrativos del IE-EE: cambios en el CH4 de -190 a +1.970 ppmm (la concentración actual es de 1.760 ppmm), cambios en el N2O de +38 a +144 ppmm (la concentración actual es de 316 ppmm), cambios en el O3 troposférico de -12 a +62 %, y un amplio intervalo de cambios en las concentraciones de HFC, PFC y SF6, todos ellos con respecto al año 2000. En algunos escenarios, el O3 troposférico total se convertiría en un agente de forzamiento radiativo tan importante como el CH4 y, en gran parte del hemisferio norte, amenazaría el logro de los objetivos actuales de calidad del aire.
  • Las reducciones en las emisiones de GIE y de los gases que controlan su concentración serían necesarias para estabilizar el forzamiento radiativo. Por ejemplo, para la mayoría de gases antropógenos importantes de efecto invernadero, los modelos del ciclo del carbono indican que la estabilización de las concentraciones atmosféricas de CO2 en 450, 650 ó 1.000 ppm exigiría que las emisiones antropógenas mundiales de CO2 bajasen por debajo de los niveles de 1990 en unos decenios, en un siglo o en dos siglos, respectivamente, y siguiesen disminuyendo constantemente después. A la larga, las emisiones de CO2 tendrían que disminuir y alcanzar el nivel de una pequeña fracción de las emisiones actuales.